El trabajo de Gilligan, que se centra en las diferencias sexuales en el razonamiento moral, la percepción de la violencia, la resolución de dilemas sexuales y las decisiones sobre el aborto, plantea un gran desafío a la teoría de Kohlberg al introducir una perspectiva feminista del desarrollo moral., Kohlberg había demostrado que la mujer promedio alcanzó una calificación de juicio moral de la etapa tres (buen chico-buena chica), mientras que los hombres adolescentes puntúan en el nivel cuatro (ley y orden) y son más propensos a pasar a niveles postconvencionales. Gilligan sugiere que estos hallazgos revelan un sesgo de género, no que las mujeres sean menos maduras que los niños. Hombres y mujeres siguen voces diferentes. Los hombres tienden a organizar las relaciones sociales en un orden jerárquico y suscriben una moral de derechos. Las mujeres valoran la conexión interpersonal, el cuidado, la sensibilidad y la responsabilidad con las personas., Los criterios de puntuación de Kohlberg dan a las orientaciones de cuidado interpersonal de las mujeres calificaciones más bajas que la orientación de Justicia de principios. Por lo tanto, Gilligan identifica diferentes etapas de desarrollo para las mujeres. Sin embargo, no afirma que un sistema sea mejor; ambos son igualmente válidos. Solo integrando estas orientaciones complementarias masculinas (justicia) y femeninas (cuidado) seremos capaces de realizar nuestro pleno potencial humano en el desarrollo moral.
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